Según el Instituto Estadístico de los Trabajadores de la UMET, la inflación de junio fue de 2,4 por ciento

La suba estuvo motorizada por rubros estacionales, como la indumentaria, y con alto contenido importado, como la electrónica y electrodomésticos

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Fuerte suba de productos atados al dólar
Fuerte suba de productos atados al dólar

Según los datos del Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET), dependiente de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), la inflación de junio fue del 2,4%, acelerándose en casi un punto respecto al 1,5% de mayo y el 1,4% de abril. Con este indicador, la suba de los precios al consumidor acumuló un 13,4% en el primer semestre del año, y en los últimos doce meses el alza fue del 42,5%, precisa el informe.

El estudio de la UMET señala que, a diferencia de lo que sucedió en otros meses en donde el indicador del costo de vida mostraba incrementos, en junio la inflación de alimentos permaneció moderada (1,4%) debido a la continuidad del programa de Precios Máximos, que tuvo un acatamiento importante desde el inicio de la pandemia. La suba estuvo motorizada por rubros estacionales (como indumentaria) y con alto contenido importado (como electrónica y electrodomésticos).

A la hora de explicar estos crecimientos, el IET señaló que incidieron el deslizamiento del dólar oficial (+4% en mayo y +2,8% en junio) y las restricciones transitorias del Banco Central para importar al tipo de cambio oficial (que implicó que muchos importadores utilizaran el dólar paralelo como precio de referencia).

En medio de la cuarentena y el cierre de muchos locales, la indumentaria fue uno de los rubros que más aumentó (Franco Fafasuli)
En medio de la cuarentena y el cierre de muchos locales, la indumentaria fue uno de los rubros que más aumentó (Franco Fafasuli)

En junio destacaron los aumentos en productos electrónicos, que ya venían experimentando incrementos considerables en mayo. Las tablets, por caso, treparon 22%. Además, las impresoras y PCs subieron 19% los televisores, 13%; las notebooks, 10%; y los celulares 6%. Los electrodomésticos también registraron fuertes alzas en junio: los microondas subieron 14%; las heladeras, 11%; las cocinas, 9%; los lavarropas, 8% y las planchas, 7%. También se observaron alzas marcadas en autos cero kilómetro (+5%) y en bicicletas (+11%).

Por otra parte, los rubros que permitieron que la inflación general se ubicara por debajo del 3% fueron, además de alimentos y bebidas, los que tienen en su mayoría precios regulados.

Los servicios de la vivienda (agua, gas, electricidad, telecomunicaciones) casi no mostraron movimientos en junio (incluso algunas bajas, como en servicios de TV por cable), del mismo modo que las naftas y las prepagas.

Más aún, si bien la inflación en el segundo trimestre fue moderada (5,4%, la menor desde 2017), el poder de compra de los salarios se resintió profundamente, al menos en abril (que es el último dato oficial). La razón tiene que ver con que en ese mes los salarios en el sector privado formal cayeron 7,9% intermensual nominal (y 9,2% en términos reales, serie con estacionalidad), producto del drástico salto en la tasa de suspensiones, que alcanzó casi al 9% del empleo privado en mayo.

La inflación en alimentos fue un punto menos, de 1,4%
La inflación en alimentos fue un punto menos, de 1,4%

Esta baja nominal es la mayor desde el comienzo de la serie en 1995. En el sector público, sin embargo, estos efectos no se sintieron por cuanto se expandió 0,2% entre febrero y abril, y los salarios crecieron 4,8% nominal en ese período, muy similar a la evolución de los precios.

Cabe destacar que los efectos del COVID-19 sobre la actividad han sido profundamente severos. En abril la economía cayó 26,4% de acuerdo al INDEC: se trata de la mayor baja desde que hay registro, incluso superando al peor momento de la crisis de 2001-2. La tendencia es coincidente con la realidad de otros países de la región, donde las bajas de abril también fueron récord y de dos dígitos (en Chile - 15,3% interanual, en Brasil -15,1%, en Colombia -20,1%, en México -19,7%, en Perú -40,5%, en Ecuador -34,4%).

En consecuencia, el empleo privado de calidad se resintió sensiblemente -lo cual, además, impacta sobre un mercado laboral que ya venía golpeado por la recesión iniciada en 2018-. Entre febrero y abril se destruyeron 174 mil empleos en relación de dependencia en las empresas (-2,9%) y, si se tiene en cuenta el deterioro desde el inicio de la recesión de 2018 (mayo), la caída alcanza a 473 mil empleos (-7,5%), la mayor desde la crisis de 2001-2.

Según el IET, el piso de la actividad económica se registró en abril, en vista de que en mayo y junio la producción se fue poniendo en marcha

Si se toma el dato de abril, el empleo se retrajo 2,2% intermensual, la mayor baja desde enero de 2002. Vale señalar que estas caídas no se producen tanto por despidos (que permanecen reducidos por la prohibición que los afecta) sino porque prácticamente no hay contrataciones en las empresas. De este modo, cuando un empleado se desvincula (por ejemplo, porque se jubila, renuncia o porque termina su período de prueba) la empresa no contrata a nadie nuevo, achicando la nómina.

Según el IET, el piso de la actividad económica se registró en abril, en vista de que en mayo y junio la producción se fue poniendo en marcha. La industria y la construcción recortaron sus caídas el quinto mes y los primeros datos del sexto mes muestran una sensible mejora en sectores como materiales para la construcción, ventas con tarjeta de crédito y compras de autos y motos. De todos modos, la economía se encuentra todavía por debajo del nivel de actividad prepandemia. En este marco, se espera que la mejora del poder de compra de los salarios y del empleo se sienta una vez que la reactivación esté asentada sobre bases más firmes.

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